Temari de proves selectives 2024-2025 284 La dinámica de los actores se limita a maniobrar en cada momento en función de cómo ven el problema, corrigiendo objetivos y medios hasta el punto —como señala Lindblom— de dejarse guiar por el “arte del muddling through” o “arte de salir del paso”. J.M. Vallès afirma que una manera frecuente de salir del paso es la de incrementar los recursos disponibles para la solución del problema, sin entrar en grandes debates sobre su definición y sin comprobar la posible eficacia y eficiencia de este tipo de decisiones. Todo ello permite calificar a esta aproximación como “incrementalista”. Aunque —como reflexiona el autor— este análisis es válido para explicar el tratamiento de muchos problemas sociales, no parece suficiente para entender el contraste entre grandes alternativas políticas como las susceptibles de aplicación en materia económica y social, las cuales no pueden prescindir de objetivos de carácter valorativo y racional, y no pueden aplicarse meramente con procesos cuantitativos. • Modelo de la casualidad. Este último modelo propuesto pone énfasis en la posibilidad de que, en los procesos de decisión, apenas exista relación entre fines y medios. Por una parte, los fines son muy ambiguos o confusos para todos los actores, y, por otra, los instrumentos son muy discutibles y los participantes en el proceso intervienen de manera intermitente. En esta situación, la adopción de una política determinada acaba siendo el resultado de la coincidencia casual entre “problemas que buscan solución, soluciones que buscan problemas y participantes que buscan problemas que resolver, intereses que satisfacer o alianzas que crear” (Dente, Subirats). c) La implantación de políticas públicas Es una de las fases más importantes, ya que, pese a la simplicidad que puede representar poner en práctica políticas bien diseñadas y adoptadas con el apoyo de sectores mayoritarios, no siempre se obtienen los resultados previstos. Además, es en esta fase de implantación en la que muy a menudo se juega el éxito o el fracaso —relativo— de todo el procedimiento. La implantación de una política puede presentarse como una operación de rutina y sin demasiado interés. Las Administraciones aplicarán paulatinamente las decisiones adoptadas por las instituciones políticas (leyes, normas dictadas por el ejecutivo). Sin embargo, un análisis exhaustivo de la realidad permite ver inmediatamente que las cosas no son así. Como se ha señalado, políticas aparentemente bien diseñadas y adoptadas con el apoyo mayoritario no siempre obtienen los resultados previstos. Ello puede responder a diferentes factores, como la dificultad de llevar a la práctica una decisión política, las modalidades que adopta o los rendimientos que puede producir. En esta fase hay que tener presentes dos circunstancias o factores que pesan en una buena aplicación: • En el grado de cumplimiento de los objetivos de una política influyen factores relacionados con la fase de implantación: la falta de recursos, dificultades de coordinación o variables ambientales —entre otras circunstancias—, ya que es frecuente que muchas políticas no se acompañen de una previsión presupuestaria o de otros recursos suficientes para una adecuada puesta en funcionamiento. • El proceso de elaboración y aplicación de una política no puede ser visto únicamente como un mecanismo en el que unos deciden y otros aplican, como si se tratase de un proceso que funciona de arriba abajo. Al contrario, este proceso solo puede entenderse si se examina de abajo arriba, es decir, la elaboración y la implementación no son etapas plenamente diferenciadas en cada una de las cuales intervienen diferentes actores, sino que se trata de un proceso que se retroalimenta mediante la adaptación de los objetivos y de los medios a las condiciones específicas de sus destinatarios.
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