Transporte multimodal y autopista ferroviaria

37 rizó, favoreciendo el traspaso de cargas barco-tren-camión, reduciendo así los tiempos muertos durante los trayectos y optimizando los espacios de carga. No obstante, el siglo XX fue muy ingrato para el transporte ferroviario, tanto res- pecto a las mercancías como a los viajeros. La pujante industria vinculada a la carretera (coche, autobús, camión) se erigió como un rival omnipotente y, lejos de buscar el equi- librio y la complementariedad entre ambos medios de transporte, las políticas y admi- nistraciones de la época arrinconaron deliberadamente el ferrocarril. Como resultado, fueron clausurados miles de kilómetros de vías a lo largo de todas las redes ferroviarias europeas, el proceso de desinversión pública más grande de la historia. Sin embargo, muy pronto, las primeras crisis del petróleo durante los años setenta hicieron patente el grave error cometido y, poco después, a las puertas del siglo XXI, los primeros indica- dores de crisis climática lo confirmaron. Además, a pesar de las dificultades, la industria ferroviaria se ha adaptado a los nuevos tiempos como ningún otro sector, incorporan- do innovaciones tecnológicas que han aumentado considerablemente su fiabilidad y eficiencia energética, reduciendo su huella ecológica a la vez que incrementando su ca- pacidad de transporte y carga. Así, progresivamente y de manera generalizada, se está produciendo un cambio de mentalidad y tendencia que mira de nuevo al ferrocarril y lo pone en el centro de todas las políticas de movilidad y logística sostenibles, como el eje que ha de vertebrar las comunicaciones terrestres europeas. Un tren postal a su paso por Grajal de Campos. Foto C. Salmerón (1983).

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